Ya no sollozará mi corazón ni sufrirá más.
Mis días y noches se disuelven en la propia Luz de Dios.
Por encima del duro quehacer de la vida, mi alma
es un Pájaro de Fuego, volando a través de lo Infinito.
He conocido al Uno y Su Juego secreto
y atravesado el mar del Sueño de Ignorancia.
En armonía con Él, retozo y canto;
poseo el Ojo dorado del Supremo.
Profundamente embriagado de Inmortalidad,
soy la raíz y las ramas de una fecunda inmensidad.
Mi Forma he conocido y realizado.
El Supremo y yo somos uno —a todo perduramos.
De 'Mi Flauta', Sri Chinmoy