La conciencia es nuestro maestro real, nuestro amigo querido y nuestro esclavo seguro. Como esclavo, la conciencia lleva nuestra fecunda ignorancia hasta Dios. Como amigo, la conciencia nos dice lo que es el Conocimiento supremo. Como maestro, la conciencia nos revela la innegable verdad de que el hombre imperfecto e incompleto de hoy es el Dios perfecto y completo de mañana. La conciencia canta, canta el canto de la Unidad universal. La conciencia juega, juega el juego de Manifestación cósmica. La conciencia danza, danza con la colmadora Visión de Dios adentro y con la colmada Realidad de Dios afuera. La conciencia actúa, actúa a través de la implorante, ascendente y entregada aspiración del hombre, y a través de la descendente, protectora e iluminadora Compasión de Dios. Cuando la conciencia es todo actividad, se inclina ante Dios la Madre, su Origen. Cuando la conciencia es todo silencio, se inclina ante Dios el Padre, su Origen. De la Madre obtiene el fortísimo Poder para hacer el sacrificio supremo por la Tierra inconsciente. Del Padre obtiene la altísima Luz para iluminar la Tierra apagada. La conciencia misma es a la vez Luz y Poder. Como Luz, se identifica con la inspiración pura y la aspiración profunda de nuestro mundo interno. Como Poder, ejerce su soberanía divina sobre el muy oscuro cautiverio y la muy salvaje ignorancia del mundo externo. La conciencia que el cuerpo sin aspiración emplea se llama conciencia esperanzada. La conciencia que el vital implacable emplea es conocida como conciencia dañina. La conciencia que la mente intransigente emplea se llama conciencia dudosa. La conciencia que el corazón descubridor emplea se llama conciencia veraz. La conciencia que el alma ilimitada emplea se llama conciencia fructífera.
“¡Oh, Madre Absoluta de la Existencia-Conciencia-Deleite!” Esta triple conciencia es la longitud más extensa, la extensión más lejana y la hondura más profunda. La longitud más extensa es la Infinitud. La extensión más lejana es la Eternidad. La hondura más profunda es la Inmortalidad. Cuando la conciencia vive en la Existencia, la humanidad devotamente recibe lo que la Divinidad le ofrece fervorosamente. Cuando la conciencia vive dentro de su propio dominio, la humanidad y la Divinidad comparten mutuamente su experiencia amorosamente y aun sorprendentemente. Cuando la conciencia vive en el Deleite, la humanidad es realizada y transformada, y la Divinidad es manifestada y colmada. Ciego está el que no ve la luz-Conciencia. Sordo está el que no obedece al derecho-Conciencia. Pobre es el que no puede comer el fruto-Conciencia. Necio es el que niega la existencia del mar-Conciencia.