¿Qué queremos decir con inspiración, aspiración y realización? La inspiración es el comienzo de nuestra travesía espiritual; la aspiración es el medio de nuestra travesía espiritual; y la realización es el final de nuestra travesía espiritual. Cuando estamos inspirados, deseamos ver el Rostro de Dios. Cuando aspiramos, nos esforzamos y finalmente llegamos a ver el Rostro de Dios. Cuando realizamos, no convertimos en la imagen misma de Dios.
“¡Levanta, despierta! El sendero es arduo.” Así lo aprendemos de los sabios, y tenemos que seguir los pasos de los sabios. El sendero de la espiritualidad no es un lecho de rosas. Pero tampoco es una niebla quimérica. Las Riberas Doradas del Más Allá no son una mera promesa. La corona de la aspiración humana está destinada a lograrse en las Doradas Riberas del Más Allá.
“¡Levanta, despierta!” No debemos parar en este punto. Tenemos que caminar, marchar, correr, bucear y volar. En el momento en que despertamos de nuestro letargo de ignorancia, vemos y sentimos la necesidad de Dios en nuestra vida humana, en nuestra vida externa e interna. Cuando despertamos vemos que no sólo necesitamos a Dios, sino que también Dios nos necesita. ¿Por qué? Nosotros necesitamos a Dios para realizar lo más elevado en nosotros, la Altura trascendental última. Dios nos necesita para Su auto-manifestación aquí en la tierra, Su manifestación en nosotros y a través de nosotros. Cuando caminamos por el sendero de la espiritualidad, vemos que Dios ya está dentro de nosotros. Cuando marchamos, vemos a Dios marchando a nuestro lado. Cuando corremos, vemos que Dios está corriendo en nosotros y a través de nosotros. Cuando buceamos profundo en nuestro interior vemos el tesoro inigualable esperándonos. Cuando volamos, vemos que estamos volando en el firmamento de la Paz, la Luz y la Dicha infinita del Más Allá.
Cuando una persona camina por el sendero de la espiritualidad, su inspiración es la vida de despertar que ella se ofrece a sí misma. Cuando aspira, su aspiración es la vida iluminadora que ella se ofrece a sí misma. Y cuando se convierte en una persona realizada, ofrece la Vida Divina, la Vida de Inmortalidad, a su vida despierta e iluminada.
¿Por qué necesitamos inspiración? ¿No podemos conseguir inmediatamente la realización sin pasar primero por la inspiración? Tomemos un ejemplo. Un artista crea una pintura. Pero si no está inspirado, su creación no tendrá profundidad, no tendrá significación alguna. Será una creación mecánica; carecerá de vida. En virtud de su inspiración el artista da vida a su trabajo. Cuando la gente ve y aprecia ese trabajo, su apreciación toma la forma de un ofrecimiento a sus propias vidas. El arte obtiene nueva vida de sus admiradores. Y cuando un Maestro espiritual mira el cuadro, ofrece su vida divina. Así que primero vemos la creación del artista, luego la creación de los admiradores y finalmente vemos la creación del maestro, el cual ofrece vida divina al cuadro.
En la vida espiritual todo el mundo quiere realizar a Dios. Pero cuando se trata de aspiración, dedicación, renunciación y entrega a la Voluntad del Piloto Interno, muy pocas personas están preparadas para someterse a la disciplina espiritual. Todo el mundo quiere realizar a Dios de un día para otro; todos quieren llegar a ser el preceptor o Guru más elevado posible sin pasar por la disciplina espiritual de la inspiración y la aspiración.
Es así: Un buscador acude a una institución espiritual. El encargado de la institución le pregunta: “¿Qué quiere usted?” El buscador dice: “Quiero unirme a su grupo. Por favor, déme algún trabajo.” El encargado de la institución dice: “Sólo hay dos tipos de trabajo disponibles aquí. O bien tiene que desempeñar el papel de discípulo, o bien tiene que desempeñar el papel de Maestro. O bien tiene que escuchar al Guru, o bien tiene que ser usted el Guru y hacer que los demás le escuchen.” El buscador dice inmediatamente: “Por favor, quiero hacer el papel de Guru.” Esto es lo que ocurre de hecho en la vida espiritual. Muy a menudo, cuando un buscador acude al Maestro, inconscientemente piensa que él puede ser también un Maestro de la noche a la mañana. Pero quisiera decir que no es posible devenir en un gigante espiritual, lograr el auto-descubrimiento o realizar a Dios de un día para otro. Requiere su tiempo. Aquí la mayoría de vosotros sois estudiantes. Sabéis cuantos años se necesitan para conseguir vuestra graduación—quince o veinte años de estudios. Adquirir el conocimiento espiritual exige también muchos años de estudio. Este estudio he de ser emprendido antes de que uno se convierta en un Maestro espiritual.
Todos estamos viviendo en el mundo de la dualidad, la multiplicidad y la variedad. Cuando aspiramos a elevar nuestra conciencia hacia lo Altísimo, el deseo, el ladrón, nos roba. Se lleva nuestra aspiración psíquica, nuestra devoción pura hacia Dios, nuestra voluntad entregada, la cual ofrecemos a la Voluntad Todopoderosa. Cristo dijo: “A menos que una persona nazca de nuevo, no podrá ver el Reino de Dios.” ¿Qué quiso decir con esto? Él quiso decir que la vida del deseo ha de dar paso a la vida de la aspiración. Si la vida de aspiración no sale a la superficie, entonces una nueva vida, una vida superior, nunca puede amanecer. El Reino de Dios puede ser establecido sólo cuando prendemos la llama de la aspiración en lo profundo de nosotros.
Cada día estamos haciendo frente a lo ideal y lo real. Nuestro ideal es Dios, pero la realidad que estamos afrontando es algo totalmente distinto: la ignorancia. Estamos atrapados en la malla de la ignorancia. Lo ideal y lo real deben llegar a ser uno. Dios es lo Ideal; Dios es también lo Real. Hacemos solemnes promesas cada día. Decimos que nuestro ideal es elevar nuestra conciencia a lo Altísimo, que nuestro ideal es alcanzar la perfección perfecta. Pero cuando hacemos frente a lo real dentro y fuera de nosotros, vemos que somos la imperfección personificada. ¿Por qué? Porque carecemos de aspiración. Estamos revolcándonos en el placer de los deseos. Naturalmente, la aspiración no puede hacer un papel adecuado en nosotros.
Hay dos palabras en Sánscrito: abhyasa y tyaga. Abhyasa significa práctica y tyaga significa renunciación. Cada día tenemos que practicar la vida interna, la vida de renunciación. Cuando practicamos la meditación por quince minutos, Dios practica la Compasión. Nosotros Le ofrecemos el llanto profundo de nuestro corazón y a Su propia Manera Él nos ofrece Su Compasión sin límites, infinita. Ahora ¿a qué vamos a renunciar? ¿Al mundo? ¿A la sociedad? ¿A la familia? ¡No! Vamos a renunciar a nuestras imperfecciones, ataduras y muerte. Cuando profundizamos en nuestro interior, vemos que en realidad no renunciamos a estas cualidades negativas nuestras. Más bien, las transformamos. Si la imperfección se cierne sobre nuestra vida, intentamos perfeccionar nuestra imperfección con nuestra consciencia de la luz. Si advertimos ataduras en nuestro interior, intentamos transformar nuestra atadura en libertad. Si la muerte está llamando constantemente a nuestra puerta, intentamos transformar la muerte en Inmortalidad.
¿Qué es la realización? Cuando empleamos el término “realización” en nuestra vida espiritual, la gente a menudo se confunde. Sienten que una persona realizada es totalmente diferente de una persona ordinaria, que se comporta de una forma muy inusual. Pero quisiera decir que una persona realizada no necesita y no debería comportarse de un modo inusual. ¿Qué es lo que ha realizado? La Verdad última en Dios. ¿Y quién es Dios? Dios es alguien o algo absolutamente natural.
Cuando una persona realiza la Verdad más elevada, trata de ofrecer la Verdad más elevada a la humanidad en general. A menudo, personas no realizadas o personas no espirituales piensan que una persona realizada, si realmente lo es, ha de hacer milagros en cada momento. Pero los milagros y la realización de Dios no necesitan y no deberían ir juntos. Cuando te paras ante un Maestro espiritual, lo que deberías esperar ver es paz. luz, dicha y poder divino. ¿Dónde contiene su poder una persona realizada? No en sus brazos o piernas, o en su cabeza, sino en las más profundas cavidades de su corazón. Si entras en él, estás destinado a sentir paz infinita, luz infinita y dicha infinita. Pero si esperas alguna otra cosa de un alma realizada, si vas a un Maestro espiritual pensando que porque él ha realizado lo más elevado puede colmar tus abundantes deseos, hacerte multimillonario o darte el éxito inmediato en tu vida externa, te equivocas completamente. Esta es la clase de cosas que él no hace. Si es la Voluntad del Supremo, el Maestro puede hacer descender prosperidad material en medida abundante, pero este no es el papel de un Maestro espiritual. Lo que se puede esperar de un Maestro y de la realización de un Maestro es la paz, la luz y la dicha.