Cuando el sol aparece en el este
entablo amistad con mi poesía.
Veo un disco dorado
justo por encima del mar azul.
Un hibisco rojo me está sonriendo.
¿Hay alguien en la Tierra, oh Sol,
que no anhele tu sonrisa?
No, nadie.
Yo también quiero tu sonrisa,
y algo más:
quiero postrarme ante ti
con la adoración de mi corazón.