¿Qué es la religión? La religión es Dios. La religión es la Verdad. Dios y la Verdad son uno. Pero cuando digo que mi religión es Dios, hay muchas posibilidades de que se interprete mal. Si digo que mi religión es la Verdad, inmediatamente van a estar de acuerdo conmigo. Procuraré ser un poco más claro. Si digo que mi religión es el Señor Krishna y que ustedes deben aceptarla, sus ojos echarán chispas. Pero si digo que mi religión es la Verdad, saltarán diciendo: «La mía también». Ahora bien, si en vez de decir: «Deben aceptar mi religión», digo: «Aceptemos la Verdad universal», exclamarán: «¡Aceptada; gracias amigo!»
La religión es un acto de visión que nos guía y nos conduce al Más Allá. La religión es intuición. La intuición es tan próxima y querida, tan familiar a nuestra alma y tan íntima de nuestro corazón, que no requiere definición. Aún así, podemos proclamar también la verdad de que la intuición es la conciencia de la existencia que todo lo abarca. Pregunten a una persona cómo tiene seguridad de su existencia. El silencio se adueña de su boca. Sabe lo que es su existencia; la siente. Pero la explicación se le escapa. La religión es esa intuición misma que desafía a la explicación pero que es una verdad que se encarna y explica por sí misma.
La religión no es fanatismo. La religión, en su forma más pura, es un sentimiento de la unicidad universal de la Verdad. Un fanático nunca ve la verdad en su totalidad, ni siquiera con su desenfrenada imaginación. Un fanático no tiene nada que ofrecer al mundo, precisamente porque no ha dejado la puerta de su corazón bien abierta, y porque carece de la capacidad para comunicar con su alma.
Lo que necesitamos es la Iluminación directa. ¡He aquí!, las diferencias quedan enterradas en el olvido. Mediante nuestro sentimiento de unicidad universal corremos más y más cerca del Supremo. Nuestra vida posee una libertad propia. Nuestra estrechez de pensamiento aniquila esta libertad. Esta libertad no encuentra alegría alguna en los sublimes y grandiosos pronunciamientos; esta libertad quiere ser la expresión viva de nuestros pensamientos y sentimientos internos. La libertad es unión. La unión es la Verdad que todo lo energiza y todo lo colma.
La religión habla. Habla más significativamente que las palabras. Por desgracia, su mensaje está sujeto con frecuencia a nuestra despiadada distorsión. Sin embargo, a la larga, proclama triunfalmente la verdad.
Cuando pensamos en la religión, nuestra actitud debe ser simpatizante y apreciativa en lugar de crítica y competitiva. La crítica y la competición crean desarmonía, que es una fuerza destructora. La simpatía y la apreciación crean armonía, que es una fuerza creadora. Y aún más, la armonía es la vida de la existencia.
Todas las religiones son indispensables para sus seguidores. También, todas las religiones están cargadas de inspiración. Esta inspiración es la convicción del alma colectiva de los seguidores. La Paz debe ser su consigna, así como la Verdad es su único propósito.
Son trascendentales las palabras de Tagore sobre la religión:
«La religión, como la poesía, no es una mera idea; es una expresión. La auto-expresión de Dios está en la variedad sin fin de la creación; y nuestra actitud hacia el Ser Infinito también debe tener en su expresión una variedad de individualidades, incesante e interminable».
La religión es un desafío vivo a lo más elevado en el ser humano para afrontar los tempestuosos problemas de la vida. Cierto, hay incontables problemas. Pero también existe un Poder Omnipotente. Por extraño que parezca, este poder utiliza los problemas como auténticos instrumentos para las futuras bendiciones de la humanidad.
La religión expande; expande nuestros sentimientos. La religión vive; vive en las cavidades más íntimas de nuestro corazón. La religión conquista; conquista en nuestra abnegación.
El divino propósito de la religión es el de liberar la reserva contenida de energía humana. La vida misma es religión –íntima, continua y colmadora. Vivamos abierta y libremente. Tengamos esa religión que incluye a todos los seres humanos que alguna vez han vivido sobre la tierra, los que ahora se encuentran sobre el escenario del mundo y los que habitarán aquí durante las incalculables épocas venideras. La nuestra es la religión que perfeccionará el orden del mundo. La nuestra es la religión que viajará entre las costas de la Eternidad y la Infinitud.