Cada vez que un pensamiento no divino entre en tu mente, échalo fuera. Es como un elemento extraño, como un ladrón, que ha entrado en tu cuarto. ¿Por qué ibas a permitir conscientemente que un ladrón permanezca en tu cuarto, cuando tienes la capacidad de echarlo fuera? Cuando un pensamiento no divino entra en tu mente, tan sólo captura el pensamiento y arrójalo en el poderoso fuego de tu aspiración interna.