Intenta imaginar un ser dorado y siente que es infinitamente más hermoso que el niño más bello que hayas visto jamás en la tierra. Este ser es tu Amado Señor Supremo. Tú eres el amante divino y el ser dorado es tu Amado Señor Supremo.
Ahora, trata de imaginar que tu propia existencia y también la de tu Amado están en la cima de una montaña en el Himalaya o en el fondo mismo del Océano Pacífico, lo que te resulte más fácil. Una vez que sientes esto, sonríe internamente.
Después de unos segundos, siente por favor que tú mismo eres ahora el Amado Supremo y que el ser dorado es el amante divino. Es como en un juego divino del escondite. Cuando tú eres el Amado Supremo, el amante divino te busca, y cuando tú eres el amante divino, buscas a tu Amado Supremo. Un momento tú eres el amante supremo y al momento siguiente eres el Amado Supremo.
Al principio, haz este ejercicio por favor con los ojos entreabiertos. Cuando llegues a ser experto, puedes cerrar los ojos.