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2. PyR: la mente silenciosa

P. Idealmente, ¿debería uno rechazar todos los pensamientos durante la meditación?

R. Lo mejor es procurar que ningún pensamiento, ya sea bueno o malo, entre en tu mente. Es como si estás en tu cuarto y alguien llama a la puerta. No tienes ni idea de si es un amigo o un enemigo. Los pensamientos divinos son tus verdaderos amigos y los pensa­mientos no divinos son tus enemigos. Quisieras dejar entrar a tus amigos, pero no sabes quienes son. Y aunque lo sepas, cuando abras la puerta para ellos, tal vez te encuentres con que tus enemigos están también ahí.

Entonces, antes de que tus amigos puedan cruzar el umbral, tus enemigos entrarán también. Tan vez ni siquiera adviertas los pensamientos no divinos, pero mientras los pensamientos divinos están entrando, los no divinos, como ladrones, entrarán también en secreto y crearán tremenda confusión. Una vez que han entrado, es muy difícil ahuyentarlos. Para eso necesitas la fuerza de una sólida disciplina espiritual. Puede que durante quince minutos solamente abrigues pensamientos espirituales y entonces, en tan sólo un se­gundo fugaz, llegará un pensamiento no divino. Así pues, lo mejor es no permitir ningún pensamiento durante la meditación. Simplemente mantén la puerta cerrada desde dentro.

Hubo un tiempo en que te amé, oh mi mundo de pensamiento. Pero ahora amo la belleza de una mente silenciosa y la pureza de un corazón de gratitud.

Tus verdaderos amigos no se irán. Pensarán: “Algo le pasa. Normalmente es muy amable con nosotros. Debe haber un motivo especial para que no nos abra la puerta.” Sienten simpática unidad, así que esperarán inde­finidamente. Pero tus enemigos sólo esperarán unos minutos. Perderán toda su paciencia y dirán: “Está por debajo de nuestra dignidad perder el tiempo aquí”. Estos enemigos tienen su orgullo. Dirán: “¿A quién le importa? ¿Quién le necesita? Vámonos y ataquemos a otro.” Si no le prestas atención a un mono, tarde o temprano el mono se irá a morder a otra persona. Pero tus amigos dirán: “No, nosotros le necesitamos y él nos necesita. Le esperaremos indefinidamente.” Así pues, después de unos minutos tus enemigos se irán. Entonces puedes abrir la puerta y tus amigos más queridos estarán ahí esperándote.

Si meditas con regularidad y devoción, después de algún tiempo estarás fuerte internamente. Entonces podrás dar la bienvenida a los pensamientos divinos y ahuyentar a los pensamientos no divinos. Si estás teniendo un pensamiento de amor divino, paz divina o poder divino, dejarás que ese pensamiento entre en tu mente y se expanda. Dejarás que juegue y crezca en el jardín de tu mente. Mientras el pensamiento juega y tú juegas con él, verás que te estás convirtiendo en ese pensamiento. Cada pensamiento divino que dejes entrar creará un mundo nuevo y colmador para ti y recargará  de divinidad todo tu ser.

Después de algunos años de meditación tendrás la suficiente fortaleza interna para dejar entrar incluso a los pensamientos no divinos. Entonces, cuando un pensamiento no divino venga a tu mente, no lo rechazarás; lo transformarás. Cuando alguien no divino llama a tu puerta, si tienes la suficiente fuerza interna para obligarlo a comportarse correc­tamente una vez que haya entrado, entonces puedes abrirle la puerta. Antes o después tienes que aceptar el desafío y conquistar estos pensamientos negativos; de lo contrario volverán a molestarte una y otra vez.

Estoy muy orgulloso de mi mente. ¿Por qué? Porque ha comenzado a disfrutar las pe­queñas cosas: un pensamiento sencillo, un corazón puro, una vida humilde.

Tienes que ser un alfarero divino. Si el alfarero tiene miedo de tocar el barro, el barro siempre será barro y el alfarero no podrá ofrecer nada al mundo. Pero si el alfarero no tiene miedo, puede transformar el barro en algo bello y útil. Es tu deber inevitable el de transformar los pensamientos no divinos, pero sólo cuando estés en condiciones de hacerlo sin riesgo alguno.