Si quieres desarrollar el poder de la concentración, aquí hay un ejercicio que puedes practicar. Primero lávate la cara y los ojos adecuadamente con agua fría. Luego haz un punto negro en la pared al nivel de los ojos. Colócate frente al punto, a unos veinticinco centímetros de distancia y concéntrate en él. Después de unos minutos, intenta sentir que cuando inhalas, tu aliento está realmente viniendo del punto, y que el punto también está inhalando, obteniendo su aliento de ti. Trata de sentir que hay dos personas: tú y el punto negro. Tu aliento está viniendo del punto y su aliento está viniendo de ti.
En diez minutos, si tu concentración es muy poderosa, sentirás que tu alma ha salido de ti y ha entrado en el punto negro en la pared. En ese momento trata de sentir que tú y tu alma estáis conversando. Tu alma está llevándote al mundo del alma para tu realización, y tú estás trayendo el alma al mundo físico para su manifestación. De esta manera puedes desarrollar muy fácilmente el poder de concentración. Pero este método ha de ser practicado. Hay muchas cosas que son muy fáciles con la práctica, pero tan sólo porque no las practicamos no obtenemos el resultado.
Otro ejercicio que puedes intentar es el siguiente. Primero, dibuja un círculo muy pequeño en la pared, al nivel de los ojos, y dentro del círculo haz un punto negro. Debe ser negro; no azul ni rojo ni de ningún otro color. Entonces ponte mirando a la pared, a un metro de distancia y enfoca tu atención en el círculo. Tus ojos han de estar relajados y entreabiertos. Deja que la fuerza de tu concentración provenga desde el centro de tu frente.
Después de tres o cuatro minutos, abre los ojos por completo y trata de sentir que eres todo ojos, de los pies a la cabeza. Toda tu existencia física se ha vuelto nada más que visión, y esa visión está enfocada en el punto que hay dentro del círculo.
A continuación comienza a hacer más pequeño el objeto de tu concentración. Después de unos segundos intenta sentir que todo tu cuerpo se ha vuelto tan pequeño como el punto en la pared. Intenta sentir que el punto es otra parte de tu propia existencia.
Entonces entra en el punto, atraviésalo y ve al otro lado. Desde el otro lado del punto, mira hacia atrás y observa tu propio cuerpo. Tu cuerpo físico está en un lado, pero con la fuerza de tu concentración has enviado tu cuerpo sutil al otro lado del punto. A través de tu cuerpo sutil estás viendo tu cuerpo físico y a través de tu cuerpo físico estás viendo tu cuerpo sutil.
Me concentro para el éxito en el viaje de mi vida.Medito para el progreso en el viaje de mi vida.Contemplo para el proceso de Dios en el viaje de mi vida.
Cuando empezaste a concentrarte, tu cuerpo físico se volvió todo visión. En ese momento el punto era tu realidad. Cuando entraste en el punto, visión y realidad se volvieron una. Eras la visión y también la realidad. Cuando te miraste desde el punto, el proceso se invirtió. En ese momento te convertiste en la visión fuera de ti y el lugar al cual regresabas –tu cuerpo– era la realidad. Entonces la visión y la realidad se volvieron una otra vez. Cuando puedes ver la visión y la realidad de esta manera, tu concentración es absolutamente perfecta. Cuando tu poder de concentración puede llevarte al otro lado del punto que estabas llamando realidad, en ese momento tu existencia entera estará mucho más allá tanto de la visión como de la realidad. Y cuando puedas sentir que has trascendido tu visión y tu realidad, tendrás poder ilimitado.
De la misma manera que puedes concentrarte en la punta de un dedo, en una vela o en cualquier otro objeto material, también puedes concentrarte en tu corazón. Puedes cerrar los ojos o mirar a la pared, pero todo el tiempo estás pensando en tu corazón como un amigo querido. Cuando este pensamiento se hace muy intenso, cuando absorbe toda tu atención, entonces has ido más allá del pensar ordinario y entrado en la concentración. No puedes mirar físicamente a tu corazón espiritual, pero puedes concentrar toda tu atención en él. Entonces, poco a poco, el poder de tu concentración entra en el corazón y te lleva completamente fuera del dominio de la mente.
Si no tienes pureza en abundancia, si numerosos deseos terrenales están en posesión del corazón, entonces deberías invocar la pureza antes de concentrarte en el corazón. La pureza es el sentimiento de tener un altar viviente en lo más íntimo de tu corazón. Cuando sientes la presencia divina de un altar interno, automáticamente estás purificado. En ese momento tu concentración en el corazón será sumamente efectiva.
A algunos buscadores les gusta concentrarse en el latido de su corazón. Si quieres hacer esto, no temas que el corazón vaya a pararse y vayas a morir. Si quieres ser un verdadero héroe en tu vida espiritual, puedes practicar la concentración en el latido de tu corazón. Esta es tu oportunidad dorada para entrar en la vida sin fin. Cada vez que escuches el sonido del latido de tu corazón, inmediatamente siente ahí tu vida infinita, inmortal.
Para este ejercicio necesitas una flor. Con los ojos entreabiertos, mira la flor durante unos segundos. Mientras estás concentrándote, trata de sentir que tú eres esa flor. Al mismo tiempo, trata de sentir que la flor está creciendo en lo más íntimo de tu corazón. Siente que eres la flor y que estás creciendo dentro de tu corazón.
Entonces, poco a poco intenta concentrarte en un pétalo en particular de la flor. Siente que ese pétalo que has escogido es la forma-semilla de tu realidad-existencia. Después de algunos minutos concéntrate otra vez en la flor entera y siente que ésta es la Realidad Universal. De esta manera ve adelante y atrás, concentrándote primero en el pétalo –la forma-semilla de tu realidad– y luego en la flor entera –la Realidad Universal. Mientras lo haces, procura por favor no dejar que ningún pensamiento entre en tu mente. Procura hacer tu mente absolutamente calmada, silenciosa y tranquila.
Después de algún tiempo, por favor cierra los ojos e intenta ver la flor, en la que te has concentrado, dentro de tu corazón. Entonces, de la misma manera que te concentrabas en la flor física, concéntrate gentilmente en la flor dentro de tu corazón, con los ojos cerrados.